domingo, 9 de octubre de 2011

El último adiós


En aquel preciso momento sentí que todo se acababa.
No se terminaba la vida en la tierra, ni la vida de ningún personaje famoso... Simplemente mi pequeña e insignificante vida tocaba a su fin. Allí, tendida sobre una cama, recordaba con nostalgia todos y cada uno de los momentos sucedidos a lo largo de mi vida, desde recuerdos borrosos junto a mis padres, cuando tan solo era una niña, hasta los últimos vividos. Recordaba con exactitud la sala de consultas de aquel hospital frívolo, lleno de pacientes desvalidos al menos hasta donde alcanzaba la vista...
Recordaba a aquel hombre bajito, de expresión inescrutable, que me comunicó con la mayor serenidad posible que me habían detectado un cáncer y que en apenas unos meses este momento llegaría. Sentí que me derrumbaba, que había derrochado mi vida y apenas había disfrutado de ella. Pero hubo algo que no me dejó caer, concretamente alguien. Él. La persona a la que yo amaba y amaría, y que incluso en aquel momento se encontraba a mi lado, entrelazando su mano con la mía, derramando lágrimas sobre mi rostro incapaz de articular palabra, mientras yo intentaba producir una falsa sonrisa y demostrarle que realmente me encontraba bien, lo que por supuesto no era cierto.
El minutero del reloj se movía, con mayor rapidez de la que yo recordaba. Cada minuto que pasaba dolía más y más, y cada vez que el dolor incrementaba más inútilmente intentaba resistirme a aquella inevitable muerte a la que el cruel destino me había condenado. De pronto, sentí una fuerte punzada en el corazón, el mayor dolor que mi piel había experimentado jamás. Sabía que el momento había llegado. Intenté ver a través de la espesa niebla que se apoderaba ya de mis ojos. Apreté su mano, para que comprendiera así que el momento había llegado. Mis sentidos se agudizaron. Oí como su pulso se aceleraba, frenético, en pos de mi muerte. Él sabía que esto tenía que ocurrir, lo quisiera o no. Me miró por última vez, con esos preciosos ojos castaños, pero esta vez no experimenté ese aumento cardíaco que sentía cada vez que estaba cerca de mí. Se acercó lentamente a mí, mientras yo me debatía entre la vida y la muerte. Besó mis labios con dulzura, y deleitó a mis oídos y a mi corazón con su último te amo.

1 comentario:

  1. Yo seré la mejor periodista del mundo, pero entonces tu manera de escribir ya se sale del planeta Tierra. Lo qué dices y la manera de decirlo es tan genial, que es imposible que no me guste cada cosa que escribes. Te amo hermana, mucho más de lo que te imaginas.

    ResponderEliminar