lunes, 28 de noviembre de 2011

Lección #589: La felicidad es sencilla

Tengo ganas de contaros mi historia, una de esas historias que comienza bien y acaba mejor. Una de esas que nos aburre al oírla contar, en la que no hay lágrimas, ni tragedia, ni separación, ni muerte… Una de esas que, en definitiva, nadie recuerda y se queda estancada en el olvido. Os la quiero contar porque es importante para mí, puede que aburrida en ciertos aspectos, pero bonita al fin y al cabo. Os puedo adelantar que dicha historia comienza por la palabra ‘salvación’ y termina por la palabra ‘siempre’. ¿Qué contiene? Hay muchas cosas en esta historia. Es cierto, os he mentido. Esta historia ha tenido sus cosas malas. Ha habido lágrimas, bastantes en realidad. Ha habido separación, dudas, celos, inseguridad, miedo… Pero no todo son buenas noticias, se que os estabais emocionando. Sobre todo, mi historia tiene sonrisas. Labios hinchados, jamás cansados de besarse. Mañanas, tardes y noches de felicidad. Tiene palabras bonitas, gestos bonitos, abrazos y caricias que nunca olvidaré. Tiene tantas cosas, y aun quedan tantas que podré añadir… Porque sí, mi historia aun está incompleta, pero como ya os he dicho conozco el final. Toda historia tiene su moraleja, ¿verdad? Pues aquí viene la mía: El destino no está escrito en ningún sitio, aunque siempre he creído que hay ciertas cosas que suceden por algo. Todo lo que nos sucede en la vida tiene su porqué, pero todo excepto la muerte tiene solución. ¿El consejo que se extrae de la historia? Simplemente, sigue tu corazón. ¿La frase que termina con el relato? Eres lo mejor de mi vida.


1 comentario:

  1. Mientras sople el viento deja que las velas te lleven a donde quiera tu deseo...pero mira de reojo donde tienes el ancla.
    Un abrazo.

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