viernes, 30 de marzo de 2012

Forget the pain

Llega un día, uno cualquiera, y sucede. Un día en el que aquello que te parecía imposible de desaparecer lo hace. En el que no está en tú vida, ni en tu cabeza. En el que dejas de fingir, en el que sonríes porque tienes ganas de verdad. Y eso ocurre, más tarde o más temprano, pero ocurre…

Solía soñar contigo, ¿sabes? Todas y cada una de las noches, antes de que el sueño venciera la partida, pensaba en todo lo que habíamos vivido. Me llamaba idiota a mí misma por seguir pensando en ti. Me reprochaba cada pensamiento, cada sonrisa, cada lágrima... Intentaba imponerme distracciones para evitar la rutina, algo tan sencillo como tener siempre algo que hacer, reír aunque no me apeteciera, ser lo más sociable posible incluso cuando solo tenía ganas de encerrarme en mi habitación y sentirme la persona más desdichada del mundo... Pero con el tiempo, y después de decidir dejar mis pensamientos a un lado, descubrí que se vive mucho mejor en una parte de la cabeza concreta. La zona de los impulsos, de las ilusiones, de las nuevas esperanzas, de los deseos más secretos y de los planes por hacer. Por todo esto, es ahí donde vivo ahora. Sin tantas preocupaciones, sin problemas, y con nuevas sonrisas por estrenar.
Es gracioso pensar cómo han cambiado las cosas desde que soy así. Ya no vivo aquellos días negros, ya no me duele recordar cosas, es más, ya ni siquiera me importa. Y lo más importante, tú. Tú ya no estás en mi vida. Y a decir verdad, ya no te necesito en ella.

2 comentarios:

  1. Uno lo recuerda solo cuando las flores se abren para sonreir, pero siempre es primavera en alguna parte y en los trópicos lo es siempre. Muy hermoso el post, como todos los de tu blog

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  2. mi pequeña princesa, cómo me alegro de poder ver otra vez tu encantadora sonrisa. Aunque no se si acercarme mucho a ti, porque empiezo a sospechar que es contagiosa :)
    Atentamente, la persona que sabes que siempre está ahí ;)

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