Era un pequeño corazón, uno muy frágil, extremadamente fácil
de romper. Funcionaba con un simple mecanismo de activación, y con otro aún más
sencillo de avería.
Que deciros sobre el primero. Creo que es el más conocido,
el menos utilizado y… el más mortal. Consiste en conectar tu corazón a otro de forma
que tus dos aurículas y tus dos ventrículos latan con el fin de mantener con
vida al otro corazón, pretendiendo obtener exactamente lo mismo del otro
miembro. Una especie de asociación simbiótica, se podría decir. ¿Qué ocurrió?
Muy sencillo, uno de los corazones fue desconectado y decidió funcionar por sí
mismo, de modo que nuestro pequeño corazón se quedó solo y sin fuerzas para
continuar con sus latidos. Y es precisamente en éste punto cuando entramos en
el segundo punto, la avería, donde también se pueden apreciar varios grados de
gravedad. Algunos se resuelven con una simple reparación de conexiones, quizás
unas cuantas medicinas, drogas…
Pero ninguna de estas soluciones curaba a nuestro pequeño
corazón, que tenía cada vez menos energía y aún menos ganas de continuar
latiendo. En la sala de espera de un hospital cualquiera solo se oían sus
latidos, a veces frenéticos, otras prácticamente inaudibles. Bum, bum. A su alrededor sienten cierta
pena por él, todos comparten la misma opinión: Está a punto de morir.
Le propusieron un corazón nuevo, uno compatible con su tipo
de sangre. Uno con quien rápidamente entablo amistad y que le propuso dicha unión. El candidato
estaba más que dispuesto, pero nuestro pequeño corazón le rechazó. Bum, bum. El sonido era cada vez menos audible.
El médico no entendía su decisión, él se limitó a
contestarle en voz baja, casi tan baja como el latido de su corazón. “Nunca jamás me conectaré a otro, nunca jamás volveré a amar. Y podría ¿sabes?
Porque fui creado para ello, pero haciéndolo renegaría de todo lo que he
sentido a su lado, y me niego. Le amaré siempre, aunque él ya no esté. Aunque
muera solo y cada latido sea un tormento. ¿Y sabes por qué? Porque estoy convencido
de que no hay mayor felicidad que aquella que sentí a su lado”.
Finalmente, la sala se quedó en completo silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario