jueves, 17 de mayo de 2012

Valorando la vida

La vida es un ciclo sin salida. Puede que varíen de una persona a otra los pasos intermedios, pero jamás podremos cambiar el primero o el último.
La muerte llega inevitablemente, de formas diferentes, de improviso o a conciencia, dolorosa o indolora, incluso feliz o triste… Pero siempre llega. Nos obligamos a vivir sin pensar en ella, creyendo en el fondo de nuestra cabeza que seremos la excepción, que no llegará para nosotros… Pero llega y nos fulmina. La muerte es dura para aquel que abandona, para el que va a ninguna parte, para el que vuela a los cielos o para el que viaja como un errante por la Tierra, pero lo es aún más para los que se quedan. La muerte deja un vacío, uno que es imposible rellenar. Un boquete en el corazón que acompañará a quien lo tiene el resto de su vida.
La vida es frágil. Es un fénix que no renace de sus cenizas, una pluma que vuela pero jamás regresa. Hay diferentes formas de vivir una vida, cada persona es responsable de decidir su camino. Cada uno decide como disfrutarla, aprovecharla, sufrirla o llorarla. Es una decisión individual, pero hay una regla de oro: Jamás abandones, jamás dejes de luchar. Haz lo mejor para ti, para ella. Cuídala, cuídate. Piensa en ti, en qué sucedería con aquellos a los que quieres si te ocurre algo. Piensa en la sonrisa de los que te hacen bien y olvida a aquellos que solo maltratan tu corazón. Lucha por quien quieres, por lo que quieres, pero sobre todo lucha por ti. Todo el mundo merece ser perdonado, pero la muerte no da segundas oportunidades.

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