lunes, 25 de junio de 2012

El cambio es parte de la vida


La vida es cambio, es cometer errores, es despertarse a veces con lágrimas y acostarse con una sonrisa. Es descubrir poco a poco quien eres en realidad, no quien la gente desea que seas. No importa de qué forma lo conseguiste, como llegaste a ser de tal forma. Siéntete feliz de haberte  encontrado, de haberte dado cuenta de cómo eres, de cómo eres realmente. Puedes ser mejor o peor persona, puedes gustar más o menos, pero lo único necesario es que te gustes a ti mismo. Siempre se ha dicho que el objetivo de la vida es que te quieran, y nadie te querrá realmente si primero no te quieres a ti mismo. Y aunque no encuentres amor, ¿acaso es imprescindible? La felicidad no es solo eso. Es conseguir hacer realidad tus sueños, tus aspiraciones. Es hacer paracaidismo porque te encanta que la adrenalina recorra tu cuerpo, es viajar a cualquier país de África y ayudar por el mero placer de hacerlo, de ver una sonrisa en quien nunca ha tenido la oportunidad de tenerla. Es viajar por todo el mundo, llegar a tener un trabajo que realmente te apasione. Y sí, porque no, enamorarse de alguien que te quiera de la misma forma, que te haga feliz, que no te haga daño. Pero solo al final, solo cuando has logrado lo anterior, cuando te quieres a ti mismo de verdad. Solo entonces, solo cuando te puedes mirar al espejo y pensar me gusto, es cuando puedes enamorarte y decir te amo de verdad.


domingo, 3 de junio de 2012

Capítulo 4

Giro la llave en la cerradura, se abre la puerta y mi sonrisa sigue siendo la misma. Amplia, luminosa, pero sobre todo verdadera. En el recibidor me espera mi madre con cierta cara de preocupación, pero se disipa rápidamente al ver la exagerada curvatura de mis labios. Sé que me pregunta algo y sé que contesto, pero lo cierto es que no tengo ni idea de lo que digo. Estoy flotando, no soy totalmente dueña de mis actos. Sé que camino, sé que acaricio a mi gato al pasar por el salón, sé que subo las escaleras sin tropezarme, pero no soy consciente de nada de ello. Solo soy consciente de que sonrío, por auténticas ganas. Soy feliz y no tengo ganas de pensar en nada, en nada que no sea él. Entro en mi habitación, cierro la puerta y me tumbo sobre la cama. Aun huele a él. Es un olor suave pero fácil de percibir. Huele a sonrisas, a caricias en la espalda. Me acurruco encima de la cama y dejo que su olor me absorba, como si fuese él mismo quien me abraza, como si volviese a vivir lo acontecido hace unas horas…

Giro la llave en la cerradura, se abre la puerta y mi sonrisa sigue siendo la misma. Tengo ganas de reír, de felicidad y nerviosismo, esto que estoy haciendo está totalmente prohibido, pero en cierta forma ya no me importa. No lo pienso apenas, solo disfruto. Atravesamos la casa de puntillas intentando hacer el menor ruido posible, pero cuanto más lo intentamos más parece sonar el suelo. Ambos sonreímos a la vez en la oscuridad, sin poder vernos, cómplices. Entramos en mi habitación, cierro la puerta con extrema delicadeza y ambos nos tumbamos sobre la cama. A partir de ese momento todo se vuelve borroso. Un bucle de imágenes que se entremezclan, que parecen hacerse nítidas cada vez que separamos nuestros labios para tomar aire. Pero, por una vez en mi vida, no quiero sentir esa nitidez. Lo único que veo con claridad son sus ojos verdes, que parecen enamorarme aún más gracias al pequeño hilo de luz que entra por la ventana, dándoles un aire realmente misterioso. Nos perdemos en el cuerpo del otro. Nos volvemos expertos en acariciarnos y besar cada centímetro de piel. Nos sonreímos, de pura felicidad, de éxtasis, de amor. Dejo de ser consciente, dejo de evitar algo que estoy deseando que ocurra. Solo quiero sentir que soy suya, que estoy segura en sus brazos. Que cada caricia es un ‘siempre’, que cada beso es un ‘mi amor’.
Me despierta la luz del amanecer y un sueño que luego resulta ser realidad. Él sigue a mi lado, rodeándome con sus brazos. Me inclino para besarle, para ser yo quien le de los buenos días, pero compruebo que él ya está despierto. Nuestros labios se encuentran. Sin mediar palabra, sin pensarlo, sin explicación, por pura e imperiosa necesidad de estar unidos, y con la misma sincronización con la que se unieron se separan. ‘Te amo’ susurramos al unísono, y como respuesta ambos nos sonreímos. ‘Creo que sería capaz de pasarme toda la vida aquí, entre tus brazos’ susurro contra su pecho. No tengo nada de qué avergonzarme, sé que él siente lo mismo que yo. ‘Me siento realmente cómoda, y segura… Siento que me proteges, que mientras me abrazas nada malo va a pasarme’. ‘Y tienes toda la razón del mundo-contesta él con la voz más dulce que he escuchado nunca-mientras yo esté aquí y pueda impedirlo no te pasará nada malo. No cuando eres lo más importante que tengo, no cuando te necesito para sonreír, no cuando eres mi pequeña…’ Sonrío, no puedo evitarlo, estoy enamorada. ‘Me encanta que me llames pequeña, me hace tan feliz…’ Posa sus manos sobre mis mejillas, se inclina para besarme la frente y luego susurra ‘mi vida, a mi lo único que me encanta y me hace realmente feliz es tenerte a mi lado’.
Le amo. Sé que quiero estar con él todo lo que me sea posible. Sé que me encanta estar entre sus brazos, que me encantan sus ojos verdes, que daría lo que fuese por verle sonreír. No sé qué sucederá mañana, solo sé qué es lo que quiero que suceda. Solo sé que ahora mismo ésta es la definición de 'buenos días' que quiero para el resto de mi vida.