lunes, 17 de septiembre de 2012

Capítulo 7

Cierra los ojos e inspira profundamente.
Odia discutir. Odia los gritos, los reproches, los errores… pero odia sobre todo que estén relacionados con él. Todas las parejas discuten-se dice-de hecho ellos apenas suelen hacerlo. Y es cierto, ella lo sabe, los dos lo saben. Rara vez discuten, siempre saben hablar las cosas, siempre saben estar de acuerdo. Se complementan realmente bien. Ambos conocen hasta el más pequeño de los secretos de su pareja, saben escucharse, saben comprenderse, saben abrazarse cuando el otro lo necesita… y sí, saben quererse. Como muy poca gente sabe hacerlo, como muy poca gente cree hacerlo, de una manera total e incondicional. Simplemente no pueden decirse ‘no’, desean por encima de todo hacer feliz al otro. Se sienten realmente atraídos, cual satélite hacia su planeta. Adoran estar juntos, tienen esa especial compenetración y complicidad que es realmente difícil de encontrar. Se desean, son amantes de las caricias interminables, de darse besos hasta dejarse sin aliento, de los abrazos que sustituyen palabras, que lo dicen todo…
E inmediatamente, aunque ella está molesta por una tontería, sabe que ya le ha perdonado. Sabe que en realidad su enfado ha durado dos segundos, nada más. Sabe lo que quiere hacer, sabe que no puede evitarlo, sabe que lo hará. Sabe que se va a tumbar a su lado, a decirle lo tonto que es y lo muchísimo que le quiere. Sabe que le besará y abrazará después, porque simplemente no puede evitarlo, porque es el lugar más seguro y protector que conoce. Y sabe que sonreirá, que será feliz en ese lugar, que habrá olvidado por completo el porqué de su enfado en el mismo momento en el que él separe sus labios y deje ver su sonrisa. Y sabe que querrá volver a besarle, porque no hay nada que ame más que esa sonrisa.
Abre los ojos, espira, se aproxima y se tumba a su lado.
-Cariño…
Él se gira y la mira. Sus ojos verdes examinan los marrones que tiene delante, tristes, con cierta brillantez. Se siente culpable, odia que esté mal, odia que sea por su culpa.
-Lo siento…-susurra muy cerca de su oído. Quiere ver esa sonrisa que tanto le encanta, que hizo que se enamorase de ella.
-Yo también lo siento, odio pelearme contigo, odio que estemos enfadados…
Y ambos sonríen, una vez más están de acuerdo. Qué extraño, piensan los dos a la vez con cierta ironía, y al ver sus parecidas muecas ambos vuelven a sonreír. Son tan parecidos… Y les encanta. Se besan. No un beso cualquiera, sino uno de esos que lo dicen todo, que parece decir te amo a gritos.
-Pronto haremos siete meses-susurra él después de besar su frente-los más felices de mi vida.
Ella sonríe y él besa su sonrisa. Se abrazan un poco más fuerte, quieren estar lo más cerca posible.
-¿Sabes? El siete es el número de la suerte-dice ella.
-¿Ah sí? Pues no lo sabía, la verdad…-responde él, intrigado.
-Pues sí, te lo decía a modo de ‘quizás este mes sea nuestro mes, el mejor de todos’. Pero rectifico, sé que va a ser tan especial como los 6 anteriores, y ¿sabes por qué lo sé? Porque la verdadera suerte la conocí aquel 18 de febrero, porque no hay mayor suerte que haberte encontrado.
Él sonríe, cómo no hacerlo. La ama, ama cada una de sus palabras, cada centímetro de su cuerpo, y sabe que todo eso es más que recíproco. Son felices, se aman, no pueden pedir nada más.


‘Nada de lágrimas dispares, cariño. Solo un tipo de lágrimas: De felicidad, de auténtica felicidad. Y como cada día, cada capítulo, cada mes… El mismo final, con el mismo significado y un poco más fuerte a cada segundo que pasa: Te amo.’

2 comentarios:

  1. Tu hermana ha vuelto por estos mundillos.
    Espero que sigáis tan felices muchos meses más porque te lo mereces más que nadie en el mundo.
    ¿Hace falta decir que te quiero?

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    1. Desde luego que no hace falta, se sobrentiende hermana. Y esperas bien, aunque sé de alguien que lo merece más: tú.

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