Al contrario de lo que muchos opinan, yo creo que el amor da
libertad. ¿Qué tipo de libertad? Ese tipo de libertad que te proporciona la
felicidad, la suerte de compartir tus secretos y aficiones con otra persona, la
fortuna de tener a alguien en tu vida que te apoye incondicionalmente… sin
embargo, confieso que no siempre he creído esto.
No hace mucho tiempo, yo era una pequeña larva sin
eclosionar. No creía en la felicidad, ni en la suerte, ni en la libertad. Mi
meta, si puede llamarse así, no era otra que buscar alguien con quien compartir
mi vida. Alguien que estuviese presente cuando me convirtiese en mariposa,
alguien que me diese la mano pero que no necesariamente me apoyase… en resumen,
alguien que estuviese aunque no lo mereciese. Así pasé un largo tiempo,
haciendo daño a otros y a mí misma, creyendo encontrar lo que necesitaba cuando
realmente estaba absolutamente perdida… y, un día, decidí que aquello debía
terminar.
El día que cambió mi vida me pareció en su momento
terriblemente duro (al igual que los meses que le sucedieron) pero, sin embargo,
al volver la vista atrás lo recuerdo con orgullo. Aquel día comencé a pensar en
mis auténticos deseos, decidí dejar de hacerme daño y dejar de hacer daño a
aquellos que me querían… no obstante, no fue el día en el que me convertí en
mariposa.
Al igual que las mariposas, mi florecimiento y maduración necesitó
un largo periodo de tiempo. En esa etapa, aprendí muchas cosas sobre mi misma,
pero sobre todo aprendí a ser feliz. Y no lo negaré, hubo una persona que tuvo
mucho que ver en esa metamorfosis. Esa persona aun forma parte de mi vida, y
fue quien lo cambió todo al aparecer en ella. Esa persona, a pesar de lo que el
resto opinaba y de lo que yo misma creía, cambió mi mundo y me ayudó a ser yo
misma, la persona que siempre había sido y que me negaba a dejar florecer. Esa
persona me ayudó a romper la crisálida, a desplegar por primera vez mis alas y
volar, a aprender a amar de una manera sana… me enseñó la felicidad, y todo mi
mundo quedó deslumbrado ante tal belleza.
He de admitir que no hubo una fecha determinada en la que yo
rompí mi crisálida. Fue un proceso lento en el que hubo momentos de dudas, de
sufrimiento y confusión, pero fue un proceso de enriquecimiento personal, y
sobre todo un proceso en el que esa persona estuvo siempre a mi lado. Ahora que
soy la mariposa que siempre desee ser puedo afirmar que el amor te da la
libertad y no te la arrebata como muchos piensan, y puedo afirmar también que,
además de la libertad, encontrar a la persona adecuada te brinda una calurosa y
deslumbrante sensación de felicidad.
Ahora me dirigiré a ti directamente, a ti que me ayudaste a
superar y sobrepasar mis límites, a ti que me recordaste la persona que era y
deseaba ser, a ti que me apoyaste en los momentos más duros, a ti que me
enseñaste a amar como jamás pensé que pudiese hacerlo, a ti que me enseñaste a
volar…
Mi vida, ha habido momentos maravillosos durante estos dos
años de relación, sin embargo no tengo intención de mencionarlos. El porqué de
mi decisión es que son nuestros, simple y llanamente. Nuestras bromas, nuestras
costumbres, nuestro día a día, nuestros apodos cariñosos… todo eso nos
pertenece sólo a nosotros, y así es como deseo que siga siendo. Con todo esto, quiero
que entiendas lo muchísimo que has influido en mi vida, lo mucho que me has
ayudado a crecer como persona y, sobre todo, deseo que entiendas lo feliz que
me haces… y lo afortunada que me siento por tenerte a mi lado.
Hoy es sólo un día más, un maravilloso día más que tenemos
la suerte de compartir. Sin embargo, es a la vez un día especial, un día que
conmemora el paso más difícil y a la vez mejor tomado de mi vida. Gracias por
haber dado ese paso conmigo y por seguir caminando de mi mano. Gracias por tu
sonrisa, por tu calidez y tus ojos verdes. Gracias por tus rosas blancas, mis
favoritas, y por saber siempre cuando necesito que me abraces. Gracias por todo
eso y por mucho más.
Te quiero Darío, gracias por hacerme inmensamente feliz.