Hace tiempo que no soy feliz. Hace que no sé ser, ni estar,
ni sentir. Hace tiempo que la vida se ha dedicado a robarme justo esto: mi
vida, la vida de las personas a las que quiero y que jamás podré recuperar.
Hace tiempo que me cuesta sonreír, que lo hago por obligación, que me cuesta
sentir emoción por cualquier tipo de cosa. Hace tiempo que no soy yo misma.
En días oscuros como el de hoy, en los que me adentro en la
escritura en busca de consuelo, me pregunto si todo lo que me sucede es de
alguna forma culpa mía. Siento que, en algún momento de mi vida, he cometido
errores que sigo pagando y que de alguna forma seguiré pagando para siempre. De
cualquier forma, sea o no culpa mía, confieso que no puedo más. Estoy cansada.
Cansada de luchar contra mis lágrimas, contra mis pensamientos y mi dolor. Estoy
cansada de fingir que estoy bien. No lo estoy. No puedo más.
Siento que esto no tiene fin. Siento que jamás acabará, que
en el momento en el que soy mínimamente feliz hay algo que trata de arrebatármelo.
¿Sabes qué? Arrebátamelo. Estoy cansada de seguirte el juego Vida, de que me
hagas creer que hay algún tipo de esperanza para mí. Sé que no la hay. He
fallado en todo lo que quiero, he fallado a todos los que quiero, y ahora mismo
no creo que nada valga la pena.
Supongo que ahora soy una cobarde, pero también estoy
cansada de suponer que soy cientos de cosas. Ya no voy a ser más la fuerte. Ya
no voy a ser la que tire de nadie, ni la que sufra por nadie. Ahora sólo quiero
ser la que llora, la que se duerme entre lágrimas tratando de que nadie sepa
que existen.
Ahora solo quiero rendirme. Al menos, por ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario