El fuego recorre mi cuerpo. Siento cómo arde dentro de mí,
cómo se escapa por cada uno de mis poros y al mismo tiempo entra en ellos,
viajando por cada una de mis terminaciones nerviosas, iluminándolo todo… Siento
caricias, incluso puedo verlas. Puedo ver dos fuertes y grandes manos
recorriendo mis muslos, mi vientre, mi cuello y todo mi ser. Siento besos, húmedos y llenos de pasión.
Besos de necesidad, de desgastar los labios, de posesión y de entrega. Besos
que también recorren mi cuerpo, que avivan ese fuego interno y que a la vez lo
apaga: besos que me hacen enloquecer. Siento fuerza dentro de mí, desvaneciéndose
y apareciendo de nuevo. Siento que soy capaz de todo y de nada, de volar y de
no poder caminar... Siento vulnerabilidad, y siento felicidad.
De pronto, siento frío. Siento cómo el fuego se convierte en
ceniza dentro de mí, cómo tiñe mi organismo de dolor y del más azabache de los
negros. Siento una fuerte presión en el pecho, un agujero en el estómago, una
fuerte necesidad de agarrarme para no desvanecer... pero no encuentro ningún
lugar al que agarrarme. Siento soledad. Las manos han desaparecido, el fuego ya
no arde, y no sé dónde estoy. Me siento humillada, engañada y desconfiada, pero
ante todo perdida. Todo es oscuridad hasta donde la vista alcanza, no hay ni
una sola luz en el horizonte.
Sin embargo, en el justo momento en el que me doy por
vencida, una luz a lo lejos se acerca cada vez más a mí. Antes de darme cuenta,
esa luz lo ha inundado todo. Siento calor de nuevo, aunque distinto del calor
de aquellas manos. Siento esperanza, ilusión por lo nuevo. Siento incluso
cierta sensación de paz, de alivio por haberme podido deshacer de esa oscuridad…
Y entonces, al intentar mirar mis manos, me doy cuenta.
Despierto sobresaltada en mi cama, respirando bruscamente y
mirando con detenimiento mi habitación. Sí, todo está como lo recuerdo. El
mismo tono de las paredes, la misma corchera llena de recuerdos, la misma
puerta de madera, las mismas sábanas lilas… Suspiro entonces, aliviada porque
todo haya terminado. Vuelvo a acostarme, girándome sobre mi costado izquierdo… y lo veo. Está dormido. Su respiración es
fuerte y profunda. Sonrío, me siento feliz.
Intento mirar mis manos... no puedo verlas. Siento frío de nuevo.
Intento mirar mis manos... no puedo verlas. Siento frío de nuevo.