miércoles, 19 de abril de 2017

"We accept the love we think we deserve"

Hace tiempo que escuché una frase y desde entonces no he podido parar de darle vueltas: “Solo aceptamos aquello que creemos merecer”. La razón por la que no he podido parar de pensar en ella es porque, sin darnos cuenta, este mantra es precisamente el timón de todas nuestras vidas.

Desde que nacemos se nos impone un espíritu de competición, de ser el mejor, de superar a todos para poder recibir premios y recompensas verbales. Nos esforzamos porque nuestros padres se sientan orgullosos de nosotros, más tarde nos esforzamos por demostrarles a amigos y compañeros que podemos superarles en cualquier aspecto, y sin quererlo terminamos cayendo en una espiral de insatisfacción y fracaso. ¿Por qué nos sentimos así, si bien podría pensarse que esta es una forma adecuada de superarse a uno mismo y mejorar en cualquier aspecto? Pues precisamente porque el objetivo no es superarse a uno mismo, ni siquiera es superar a los demás… El objetivo es simple y llanamente obtener reconocimiento y amor. Sí, he dicho amor.  Y digo amor porque es lo que ansía el ser humano: compañía, cercanía, complicidad, y la sociedad nos ha enseñado con insistencia que la única forma de obtener todo esto es ser el mejor. Pero… ¿qué pasa cuando no eres el mejor?

No lo neguemos, no somos los mejores en todo. De hecho, y dado el volumen de gente que puebla actualmente nuestro planeta azul, posiblemente el 98% de nosotros no seamos los mejores en nada. A pesar de la brutalidad de esta afirmación, necesitamos continuar convenciendo (y convenciéndonos) de que somos los mejores en algo. Porque, si no somos los mejores en algo, ¿nos merecemos algo? ¿Nos merecemos que nuestros padres estén orgullosos de nosotros? ¿Nos merecemos tener amistades profundas? ¿Nos merecemos ayuda? ¿Nos merecemos encontrar a una persona que nos quiera?

Necesitamos cambiar este mantra. Necesitamos voltear el timón y recuperar el control de nuestras vidas. Necesitamos entender que lo más importante es estar orgulloso de uno mismo, luchar por tus propias metas sin importar lo que otros opinen y aceptar todo aquello que nos brinde la vida. Todos merecemos una oportunidad y todos merecemos tener la seguridad y la confianza de aceptarla y disfrutarla.