viernes, 30 de marzo de 2012

Forget the pain

Llega un día, uno cualquiera, y sucede. Un día en el que aquello que te parecía imposible de desaparecer lo hace. En el que no está en tú vida, ni en tu cabeza. En el que dejas de fingir, en el que sonríes porque tienes ganas de verdad. Y eso ocurre, más tarde o más temprano, pero ocurre…

Solía soñar contigo, ¿sabes? Todas y cada una de las noches, antes de que el sueño venciera la partida, pensaba en todo lo que habíamos vivido. Me llamaba idiota a mí misma por seguir pensando en ti. Me reprochaba cada pensamiento, cada sonrisa, cada lágrima... Intentaba imponerme distracciones para evitar la rutina, algo tan sencillo como tener siempre algo que hacer, reír aunque no me apeteciera, ser lo más sociable posible incluso cuando solo tenía ganas de encerrarme en mi habitación y sentirme la persona más desdichada del mundo... Pero con el tiempo, y después de decidir dejar mis pensamientos a un lado, descubrí que se vive mucho mejor en una parte de la cabeza concreta. La zona de los impulsos, de las ilusiones, de las nuevas esperanzas, de los deseos más secretos y de los planes por hacer. Por todo esto, es ahí donde vivo ahora. Sin tantas preocupaciones, sin problemas, y con nuevas sonrisas por estrenar.
Es gracioso pensar cómo han cambiado las cosas desde que soy así. Ya no vivo aquellos días negros, ya no me duele recordar cosas, es más, ya ni siquiera me importa. Y lo más importante, tú. Tú ya no estás en mi vida. Y a decir verdad, ya no te necesito en ella.

sábado, 24 de marzo de 2012

Live the present

Querida yo futura,
Te escribo esta carta con una sonrisa en los labios. Tú me conoces, sabes cuánto he buscado. He probado e investigado tantas veces como cicatrices tiene mi corazón, pero nunca llegaba a encontrarlo. Me sentía atrapada, aquellas alas que tú me enseñaste en alguna ocasión habían desaparecido. Querida, tú sabes lo que quiero. Tú me conoces mejor que nadie. Y quita esa mueca, que sé perfectamente que cara estás poniendo. Es genial, no me importa lo que tú creas. Me hace sentir viva de nuevo, me ha devuelto las alas. Si le dieras una mínima oportunidad te encantaría tanto como a mí. ¿Y sabes? Tiene la sonrisa más bonita que he visto.
Se cuanto te preocupas por mí, pero te prometo que estaré bien. Bueno no, no puedo prometerte eso, vas a tener que confiar en mí por ésta vez. Es cierto que no te he dado demasiadas razones para hacerlo, pero ahora parece todo tan fácil…
Ya echaremos cuentas tú y yo, y te darás cuenta de que no tenías de qué preocuparte. Y ya sabes lo fuerte que soy, mi corazón lo ha aguantado todo. Él le cuidará, estoy más que segura. Nos vemos muy pronto, me muero por que veas mi sonrisa. Sé que te va a encantar.
Con cariño,
Yo presente.

lunes, 19 de marzo de 2012

Fuck ∞

Yo era una soñadora. Creía en el amor eterno, en darlo todo por la persona a la que amo. En desear solamente a una persona el resto de tu vida, en querer la felicidad de esa persona por encima de la mía. Pero nunca llegó a funcionarme del todo. Será la edad, pensaba. Quizás aún no estoy preparada para amar con todo el sentido de dicha palabra. Pero aún me pregunto, ¿merece realmente la pena amar? ¿Y qué hay del famoso siempre? ¿Por qué tendemos a usarle tanto? Si tenemos la suerte de encontrar una persona por la que realmente sentimos algo especial, ¿no es más lógico aprovecharla al máximo? Amarla todos los días que pases a su lado, disfrutar cada minuto con ella…
No preocuparse por lo que ocurrirá, preocuparse por lo que ocurre. Por las caricias de ahora y no por los besos de mañana. Di te quiero cuando lo sientas de verdad, porque es lo que esa persona se merece. Y nada de siempre estaremos juntos ni de infinitos de los que no estamos seguros. Hablar de lo que sentimos hasta en el tuétano de los huesos, de lo que nos sale del corazón. No más mentiras ni promesas que jamás se cumplen. Si me dices que me quieres, dímelo porque lo haces de verdad. Porque te gusta verme sonreír y porque te encantan mis pequeñas virtudes y mis innumerables defectos. Porque te hago feliz aunque nunca me lo hayas pedido y porque quieres besarme cada vez que tengas la oportunidad. No me digas que me querrás siempre, dime que me quieres hoy. Aquí y ahora.


lunes, 5 de marzo de 2012

Summer romance

Para un pueblo como el mío, éste está siendo uno de los veranos más calurosos que recuerdo. Las clases terminaron hace poco más de un mes y la gente pasa los días enteros en la piscina, otros en la playa… Pero yo prefiero malgastar mis días de otra forma, y digo malgastar porque nadie acaba de entender mi amor por la pintura. Hoy técnicamente no es un día diferente al resto, pero hay algo dentro de mí que susurra “sí, hoy es el día”… Cuánto odio esa voz interior.
Me apresuro a guardar los pinceles y demás instrumental en mi bolso y salgo por la puerta de mi pequeña y vieja casa sin prestar atención a lo que dice mi madre. Ya no tenemos demasiada comunicación, he de admitir, desde hace cosa de un verano…
Desde que mi memoria alcanza he pasado los veranos en este pueblo y a pesar de mis 16 años esto sigue sin cambiar. Cuando era más pequeña pasaba los días jugando con mis amigos de aquí, de sol a sol prácticamente… Eran buenos tiempos, no hay duda. Pero nada comparado al verano pasado. Hubo noches de descontrol, cientos de maravillosos recuerdos, muchos labios… Pero ningunos como los suyos. Él era tan… Especial.
Sin darme cuenta he llegado ya al lago del pueblo, que gracias a la hora (creo recordar que al salir de casa eran las nueve) ya no hay ni pescadores ni bañistas. Me apoyo contra el árbol de siempre y preparo el lienzo y los pinceles para plasmar la apuesta de sol que se avecina. El cielo ya empieza a ponerse de color rojizo, pero aun me quedan varios minutos antes del momento que ansío. Y, mientras contemplo como el cielo empieza a sumirse en un mar de fuego, comienzo a llorar. Hoy hace un año exacto que se fue para siempre, que me dejó tirada en este mismo árbol y arrojó todas mis ilusiones al lago. Éste lago me conoce, comparte mis lágrimas. Sé cuánto le duele, él nos vio aquel verano. Vio nuestros besos, brilló antes sus hermosas palabras, veló por nosotros, acompañó nuestras caricias… Desde que he vuelto al pueblo este verano he pasado aquí todas las puestas de sol. He contemplado una y otra vez la misma escena que contemplé aquel día, albergando la esperanza de que él aparezca y me acompañe, de que sujete el pincel junto con mi mano y ambos retratemos como el sol se pone para dejar paso a nuestros labios. Pero nunca sucede, y yo pierdo la esperanza. Me juré que volvería hoy por última vez, como última oportunidad para él y, supongo, para mí misma. Era el momento, el momento en el que yo debía deslizar mi pincel teñido de magenta sobre el lienzo. Mis dedos no respondían a órdenes de mi cerebro pero tampoco se movían a su antojo, seguían los dictados de mi corazón.
El sol desapareció en el horizonte dejando en su lugar un cielo color rosáceo que pronto se convertiría en negro y se llenaría de estrellas. Él no había venido, eso es algo que yo debía asumir. No sabía si estaba preparada para vivir sin esperanzas, pero sabía que podría vivir sin él. Me alejé lentamente de aquel árbol, prometiéndome que no volvería a acercarme nunca más por mucho que me doliese.

Y allí, bajo el cielo estrellado y bajo el árbol que les vio enamorados, yace un lienzo que poco tiene que ver con colores rojos y rosas. Yacen ellos, un día cualquiera de verano, de la mano y caminando cerca del lago. Sin preocupaciones, enamorados y felices, tal y como ella siempre les recordará. Viviendo un sueño que fue una vez, pero que nunca jamás será.